Un viaje hacia otras culturas

Turismo 17/07/2024 En Conexión En Conexión
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Conocer la cultura vasca en Macachín o a los menonitas en Guatraché son opciones para estas vacaciones de invierno. Experiencias para todas las edades. Para conocer y disfrutar

Argentina ha sido un destino privilegiado para la diáspora vasca, que hoy cuenta con 87 centros repartidos por todo el país. Uno de estos centros se encuentra en Macachín, una pequeña localidad elegida por los inmigrantes vascos para rehacer sus vidas. Este destino no solo es un lugar de hospedaje, sino un símbolo de la rica herencia cultural vasca en el país.

El Hotel Euzko Alkartasuna se inauguró el 22 de enero de 1966, tras dos años de construcción. El proyecto fue liderado por Felipe Zubizarreta y un grupo de vascos nativos y descendientes. El terreno de 1.800 metros cuadrados fue donado por la Municipalidad de Macachín gracias a las gestiones de Juan José Mujica, entonces intendente y miembro del centro vasco. En 1981, el hotel fue ampliado con un segundo piso para aumentar la capacidad de alojamiento. Tras un periodo de cierre y remodelación, el hotel reabrió sus puertas el 20 de abril de 2012, y actualmente es gestionado por el licenciado en Turismo Oscar Prósperi.

El lobby del hotel alberga una biblioteca con más de mil ejemplares en euskera y castellano, accesible de forma gratuita para todos los visitantes. Esta biblioteca es un tesoro de conocimientos sobre la cultura, arte, historia y geografía del País Vasco.

En Macachín, se pueden degustar platos típicos pampeanos y, en el restaurant de la institución vasca, platos tradicionales vascos como el Marmitako, un guiso de pescado y papas, y la Pantxineta, un postre de hojaldre con crema pastelera y almendras laminadas. Macachín, con su riqueza cultural y natural, ofrece una experiencia única que combina la tradición vasca con la belleza pampeana.

Menonitas.

A solo 35 kilómetros de Guatraché, por las rutas provinciale 24 y 3, se encuentra un enclave único que nos transporta a otra época: la Colonia Menonita de Nueva Esperanza. Fundada en 1986 por colonos menonitas provenientes mayoritariamente de México, esta comunidad representa un estilo de vida basado en la tradición, la religión y el trabajo arduo.

La vida en Nueva Esperanza se rige por los principios de Menno Simons, un líder de la reforma protestante europea. Los menonitas son conocidos por su devoción al trabajo agrícola y su aislamiento de las influencias modernas. En esta colonia, cada una de las 10 mil hectáreas compradas se dividió en parcelas iguales, formando barrios o "manzanas gigantes" donde cada familia establece su hogar y su medio de vida.

Aunque la tierra en el sureste de La Pampa no es particularmente fértil, los menonitas han sabido adaptarse y diversificar sus actividades. Además de cultivar sus tierras, han desarrollado un pujante polo metalúrgico, fabricando silos, comederos, mixers, carros y galpones. Estas industrias generan ingresos significativos y les permiten mantener su autosuficiencia. Las fábricas suelen estar situadas junto a las viviendas familiares, creando un ambiente en el que el trabajo y la vida doméstica están íntimamente ligados.

Respeto.

Visitar la Colonia Menonita es una experiencia que requiere respeto y comprensión de sus costumbres. Es recomendable contratar guías que conocen bien la zona y las familias dispuestas a recibir visitantes. Ana Lía Di Meo y Estela Campo Kihn son dos de las guías más destacadas y pueden proporcionar una visión profunda de la vida menonita. Es importante ser respetuoso, preguntar antes de tomar fotografías y solicitar permiso para ingresar a las propiedades. Los domingos, siendo días de descanso, es probable que no haya familias disponibles para recibir visitas.

La rutina diaria de los menonitas es sencilla pero rigurosa. Comienza temprano con el desayuno, seguido por horas de trabajo ininterrumpido en sus fábricas o campos. Al mediodía, se detienen para almorzar y descansar brevemente, retomando el trabajo hasta la tarde. Las noches son para la familia y el descanso. La comunidad se mantiene alejada de las distracciones modernas; no hay celulares, computadoras ni señales de teléfono, y la electricidad proviene de generadores que se apagan cuando las fábricas cierran.

Los menonitas crían gallinas, vacas, caballos y ovejas, y cultivan sus propias tierras para obtener alimentos. Producen sus propios lácteos, carne y otros productos esenciales, manteniendo así su autosuficiencia. Aunque la industria metalúrgica y el comercio con el exterior les proporcionan buenos ingresos, su apego a la agricultura y la vida sencilla sigue siendo fuerte.

Industria.

Pedro Giesbrescht, uno de los primeros colonos que llegó en 1986, explica que aunque la producción tambera ha disminuido, la comunidad ha sabido adaptarse y prosperar a través de sus industrias. Su ferretería industrial en el campo es un ejemplo de cómo han integrado la modernidad sin perder su esencia tradicional.

La Colonia Menonita de Nueva Esperanza es un testimonio vivo de la resistencia y la perseverancia de una comunidad que ha encontrado su lugar en el mundo sin dejar de lado sus valores y tradiciones. Visitarla es una oportunidad para conocer una forma de vida diferente, marcada por el trabajo duro, la autosuficiencia y una conexión profunda con la tierra.

Con todos estos atractivos y actividades, La Pampa se presenta como un destino turístico completo y diverso, perfecto para unas vacaciones de invierno llenas de descubrimientos y experiencias enriquecedoras. Prepárate para explorar la provincia y sumergirte en su historia, cultura y naturaleza. Desde la hospitalidad de las colonias hasta la majestuosidad de sus paisajes naturales, La Pampa tiene algo para todos los viajeros ávidos de nuevas experiencias y recuerdos inolvidables.

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